Fernando de Cuellar, cronista español al servicio del
conquistador Almagro, luego que éste fue derrotado por Pizarro en la batalla de Salinas, se refugió en Pallasca en el año
de mil quinientos treinta y ocho, y escribió sobre el pueblo:
“Pallhusca (obra acabada), tribu nómada reaccionarios ante
las tribus dominantes en las grandes luchas por la supremacía. Checras, jefe de
los Pallhuscas, encabezando su ejército, vence a los Cuymarkas; en alianza con
los Llankars vence a los Chontas y a los Tunkuas y establece su gobierno
federado; construye el castillo de Cuchac, con plataformas superpuestas;
mancomuna la fe religiosa (politeísta) con un Dios Supremo Cankor (águila);
construye un sistema de irrigación por wayanchas; preponderancia de la
agricultura sistematizada por los andenes y la minka. Conquistados
pacíficamente por Pchacutec, amplían su sentimiento religioso, adoran al Dios
Inty (sol) y subordinan a sus dioses a segundo plano. Surgen insurrecciones que
terminan con la división de castas y clases: Huichay parte más alta del declive, residencia reservada
al Inca, persisten ruinas con lujo de
compartimientos, en la que se alojaba a su paso a Caxamarca. Chaupi zona media
del declive de la metrópoli india, viviendas del pueblo, presentación de ruinas
calcinadas, angostas calles, plazuelas rectangulares. Huaray (guangas) parte
baja, depósitos de víveres de los Dioses, los que se distribuirán en los
tiempos de hambruna, sequías o pestes malignas, más tarde se repartiría a las
viudas del contingente que regresaban de Quitu a donde marchaban acompañando al
inca Atahualpa, que posteriormente los había sometido. Los Pallhuscas
perfeccionaron un estilo de cerámica policroma con representaciones de sus
Dioses, escenas de la vida diaria, con gollete en el arco y base plana,
dominación de la orfebrería (metalurgia), trabajos con aleaciones de oro y cobre,
manufacturando objetos de carácter religioso.
Sabedores de la llegada de
hombres extraños (españoles) tienen horrendos vaticinios del Dios Inty
(eclipses), quien decide que todos se exterminen; acuden al Gran Santuario
Morahua (peñasco de Dios) e imploran su voluntad, el peñasco se derriba y todos
quedan sepultados.”