
Lo que me preocupa es el tesoro, el que
Checras confiscó a los del pueblo vecino del sur. Un portentoso ídolo
homosexual de oro en tamaño natural, resalta, abrazado a un gran falo que
emerge desde el pedestal. Decía mi abuelo. Piedras preciosas engarzadas propias
de un Dios todopoderoso despiertan en uno un deseo incontenible de admirarlo,
tiene la mirada piadosa y trasciende un espíritu indestructible. El cacique
Checras quiso destruirlo, pero desistió al contemplarlo, construyó un macizo
subterráneo y ahí depositó el ídolo rodeado de riquezas, el resto de sus días
los pasó buscando entre sus hijos al indicado para la custodia, uno, nada más,
recibió el encargo. Challamalca, nieto de Checras, no sólo cumplió con la
custodia, incrementó el tesoro con todo lo que pudo quitar a los seguidores de
Atahualpa en camino a Cajamarca para su rescate. Conocedor de la incursión
chilena mi tatarabuelo Hermenegildo escondió todo en la Iglesia.

Carlos Bocanegra se llevó el ídolo a la hacienda, muy disimuladamente, en el ataúd de acero que mandó fabricar para él, quince días de viaje nocturno con cargadores y ayudantes que el mismo seleccionó en la hacienda, y no se separó del ataúd ni un segundo. ¡Imagínate!. Y allá pues debe estar, enterrado en alguna de las tumbas que construyó para él y familia, porque no construyó una, hay dos más.

Carlos Bocanegra se llevó el ídolo a la hacienda, muy disimuladamente, en el ataúd de acero que mandó fabricar para él, quince días de viaje nocturno con cargadores y ayudantes que el mismo seleccionó en la hacienda, y no se separó del ataúd ni un segundo. ¡Imagínate!. Y allá pues debe estar, enterrado en alguna de las tumbas que construyó para él y familia, porque no construyó una, hay dos más.
Cuando mi abuelo rechazó la herencia a su
padre, éste vio en él al descendiente indicado para perpetuar la custodia.


Si por alguna
circunstancia del destino la muerte me sorprendiere lejos de ti, debo
adelantarte algo: Podría ser en la casa preferida de mi padre, en un túnel
cuidadosamente cerrado en el sótano; podría en la Iglesia, en las tumbas de la
hacienda; en todo lugar donde se lee el nombre de mi padre. El tesoro no está
en un solo lugar, pero tampoco en todos los que te he dicho, no puedo
precisarte porque no es el momento. Es mucha riqueza, que no querrás que nadie
lo sepa, tanta que al mirarla habrán desaparecido todas tus necesidades, tanta
que si con otro la compartieras parecería insignificante, y se matarían por la
preferencia, y todo terminaría. Debes escoger muy bien dentro de tus
descendientes.
Este es el fado fadiño fadeiro
Fado tan colosal y original.
Lleva en sus notas canciones del alma
Brisas del Portugal.
Memoricé todo lo narrado, mas no aprendí a
bailar la melodía, nunca la he escuchado de nadie sólo de mi abuelo, es tan
importante para mí que la escribiría para colocarla junto a su fotografía, pero soy ignorante para escribir
música, y me conformo reproduciéndola cuando llega a mí la alegría, aunque me resulta
muy difícil entonarla como él lo hacía. Elegantemente se desplazaba por el
cuarto, antebrazos y manos hacia delante con singular soltura subían, bajaban,
a un costado, y al otro..., mientras yo lo hacía grotescamente, cual un robot.
Su figura mediana y esbelta de sombrero caído al lado izquierdo, para mí su
mirada era dulce, de arrullo, para los demás, qué importa, desorbitaba los ojos
y los clavaba acusadores cuando se irritaba. Guapeaba, reía y lloraba, según el
caso, mientras conversaba.
Y así se baila este fado
Fado, fadiño...
–Eres, talvez, el hombre más rico del
país. Y sin hijos, en ti termina todo. Cómo te envidio.
–Sin hijos para qué, y si los tuviera,
sólo complicaría la vida del más responsable, desinteresado. Qué sé yo, del
mejor. De otro lado, hay mucho que indagar, porque cuando mi abuelo murió yo me
encontraba postulando a la Escuela Militar.

–El Dios, digo, el ídolo de los
homosexuales, ¿sabes más de él?.
–Solamente que lo llevaron a la hacienda.
–Tengo que hacer algo y regresar, me
inspira el tesoro, debo poner toda mi fe.
–No es para ti, tampoco para mí. La
Iglesia sabe algo, han removido todas las tumbas de los sacerdotes, tras del
altar mayor, no hay una sola, han desaparecido los restos. Yo las vigilé hasta
el ochenta y seis, estaban intactas.
También trasladaron los restos de mi bisabuelo y su mujer a Trujillo,
talvez para disimular la búsqueda, alguien más sabe de esto. El nombre de
Carlos Bocanegra cincelado en rocas de granito, ha sido borrado de sus obras. La
Iglesia fue refaccionada por él, habría que removerla toda, una réplica de ella
en la hacienda sería una posibilidad, pero igual, habría que removerla
completamente. Y también la escuela, y las casas. Y también las tumbas de allá.
¡Se perdió!, carajo, … mejor.
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