Son las nueve y cuarentaiocho de la mañana y me animo a escribir ya que hoy día no saldré al campo, esperaré en casa que me confirmen desde el seguro social un excedente de vacuna COVID para mí, de acuerdo a lo convenido. Pues hoy, ya quizá, están vacunando a los mayores de setenta en el pueblo, y yo tengo sesenta y seis.
Los caballos, después de su ración de trigo para fortalecer sus músculos, comerán hoy en el patio, por fin el alazán está convaleciendo por voluntad propia de unas estocadas que algún humano cruel le acertó mientras pastaba en el corral de mis padres, y ayer no vino el veterinario con la penicilina, ojalá llegue hoy.
Lo curioso es que había pensado toda una novela mientras observaba a los caballos y ahora, ahora ya no se me ocurre mucho, pero bueno, pero malo, pero maduro, pero verde. Creo que tendré que salir un buen rato, y a ver si me acuerdo de lo que pensaba escribir.
¡Ah! (después de un cigarrillo), yo no había estudiado tanto como los estudiantes de ahora que estudian día y noche para ser competitivos, pues yo compito conmigo mismo de acuerdo a mis posibilidades físicas y mentales, no me pasaría ocho horas trabajando en la chacra porque tengo que preparar mis alimentos, y entonces no me quedaría espacio para escribir porque termino el día de sol agotado. Y cuando por fin me pongo a escribir tampoco puedo hacerlo por ocho horas, por lo mismo. Yo no había estudiado tanto, es más, faltaba mucho a clases especialmente los primeros días de inicio de actividad estudiantil, pues me complacía sobremanera ayudar a mis padres en las labores que ellos hacían, en el campo y en la casa, aunque a veces me atosigaban y molestaban las órdenes que ellos me impartían y quería escapar inmediatamente a la calle para reunirme con los amigos. El hábito de faltar a clases se repitió durante mis estudios universitarios, pues llegaba dos semanas después de iniciado el ciclo académico y algún curso terminaba aprobándolo en el examen general de aplazados que se daba antes de fin de ciclo. Entiendo ahora que los estudiantes de esta generación terminarán sabios algún día para bien de la sociedad y el propio, o terminarán esclavos de lo mucho que aprendieron si es que estudian apartados del entorno visible, escuchable, gustable, sensible al olfato y palpable, en el que se desarrolla la vida misma en armonía con la naturaleza. Lamentable es la realidad del trabajador que solamente conoce el enmarañado entrampamiento de su puesto de trabajo, lamentable cuando tenga que abandonar dicho puesto y enfrentarse a la realidad.
Respecto a lo de escritor y poeta, muchas veces me preguntaron si había leído a determinado escritor, siempre respondí que no ante el asombro de quien preguntaba, y si insistía en “porqué no”, pues yo respondía “para que no se me pegara el estilo”. El estereotipo, el modelo a seguir es “Leer, leer, leer, y luego escribir”, teniendo en cuenta que el modelo se ajusta al molde que le dio origen y el molde se ajusta al modelo, no podría lograr mi producción literaria porque estaría ajustada y finalmente se asfixiaría. Así que, apenas leí una que otra obra literaria, leí, sí, cuando me decidí escribir, definiciones de enciclopedia respecto a literatura actual, y sabiendo que Mario Vargas Llosa ganó el Premio Planeta con su obra “Lituma en los andes”, se me dio por leer sus técnicas literarias sin profundizar en ellas para que no se me pegaran, y sí, me gustaron. Había escrito ya, hasta el año mil novecientos ochenta tres, algunos poemas durante mi vida pre y universitaria, y después me aventuré en novela, aquella narración extensa, por lo general en prosa con personajes y situaciones reales o ficticios, que implica un conflicto y su desarrollo que se desenlaza en gloria o tragedia. Mi primera novela, sin tomar cocimiento de otras ni de las definiciones de enciclopedia solamente en base de los conocimientos durante mi educación secundaria, fue mientras laboraba en SIDERPERÚ, entre los años 1886 a 1988. El título de la referida novela “Tirsa la guerrillera”, novela que destruí luego del auto golpe de estado dado por Fujimori en 1992, entonces ya era auditor de dicha empresa estatal y se apoderó de mí el temor de que me despidieran, si la encontraban, con el cuento de “apología al terrorismo”, muy de moda durante la dictadura, y yo necesitaba apremiantemente el empleo. Quizá era una novela ingenua que no ingresaba en el mundo afectivo de sus personajes.
La segunda novela, sin más que los conocimientos incipientes que tenía sobre novela, “Perros y ratas”, la inicié a fines del año 2002 y la terminé (salvo error de memoria) por mayo del 2003, e inmediatamente viajé a Lima para registrarla en INDECOPI en salvaguarda de los derechos de autor, y luego la remití a Editorial Planeta, en Barcelona, España, pero me la devolvieron con una atenta carta. Esta novela, ingenua como la anterior, no ingresaba en el mundo afectivo de sus personajes, era una narración informativa pero no artística. Después la revisé para que se aproximara a una narración literaria moderna. Es la única producción literaria registrada en INDECOPI, hasta hoy.
En la tercera novela lograda entre el 2005 y 2007, “La impotencia del cholo…”, los capítulos del segundo al penúltimo, no obstante estar concatenados para su lectura total, se pueden leer independientemente, no hay narrador omnisciente, pero penetra en el mundo afectivo de sus personajes, en el mundo inconsciente y el poder revelador y transformador de los sueños, se sumerge en el surrealismo. La novela registra figuras retóricas, historias dentro de otras historias, saltos espacio temporales, narración por omisión que el lector debe imaginar, se evidencia el realismo mágico (género de ficción) y el monólogo interior como técnica literaria. A partir de esta novela mis narraciones literarias rompen la linealidad del tiempo, esto es, no están escritas en forma lineal. Podría decir yo, aunque no soy la autoridad para decirlo, que se trata de una novela totalizadora. El primer capítulo abre la novela, y el último la cierra, como una cremallera. También la puse a consideración de Editorial Planeta, envío postal hasta Barcelona España, y también me devolvieron con una atenta carta. Posteriormente, en el 2010, la presenté en Lima al Concurso Hispanoamericano de Novela “La otra orilla 2010” convocado por Editorial Norma, quién sabe si el jurado la Leyó.
Respecto a mi cuarta novela, “De crepúsculo en crepúsculo”, escrita en tercera persona con narrador omnisciente, también puedo decir que se trata de una novela totalizadora, y más, ya que el primer capítulo abre la novela y el último la cierra como una cremallera mientras se abre otra, dejando la posibilidad para que el lector la imagine de otra manera y un nuevo escritor la plasme como quiera. Mi mayor logro sería conseguir que el lector se sienta protagonista, aunque creo que ya lo he logrado. La inicié el año 2004 y el 2005 la remití a Editorial Planeta de Barcelona, España, me la devolvieron con atenta carta, la revisé y desarrollé con narrador en primera persona y la volví a remitir a Editorial Planeta de Barcelona, creo que en el año 2009, jamás me la devolvieron o quizá se extravió en el camino por la dirección prestada en Lima que presenté, digo esto porque insistí solicitando la respuesta y me respondieron que ya me habían contestado.
A partir del año 2011 escribí lo que se llama “Narraciones cortas”, la mayoría de ellas bien podrían merecer llamarse “novelas cortas”, considero que están hechas con los requisitos de las dos novelas anteriores, hay varias, no recuerdo cuántas, paralelamente escribí poemas que alcancé por Facebook. Y así todos mis escritos terminados los publiqué en plataformas y páginas gratuitas de internet desde el año 2010, salvo mi novela “Perros y ratas”, y mi cuenta de Facebook registra fragmentos del total de mi producción literaria.
Olvidé decir que el año 2008 escribí a pedido “El maestro rural”, no fue aceptado por el solicitante, es una producción escrita como un tributo al maestro rural.
Para escribir uso un método de la investigación científica, el método de “La observación”, lo aprendí en la universidad como requisito para la elaboración de mi tesis, o quizá la observación había nacido conmigo, y lo enriquecí con mi experiencia como auditor en la empresa en la que trabajé, este método me permite entrar en el mundo íntimo de los personajes. Había programado mi vida, estudiar ingeniería en la universidad, conseguir un buen empleo, casarme, y después jubilarme para poner en práctica mi proyecto universitario o tesis, y paralelamente escribir con una pensión que no me deje morir de necesidad, no sucedió porque tropecé con problemas sentimentales, y comencé a escribir antes de lo previsto en medio de todo eso que significa subsistir, ¡y el proyecto!, finalmente quedó en nada.
Y así pasó este día primero de junio del año dos mil veintiuno, atendiendo a los caballos y preparando mis alimentos, y además escribiendo entre uno y otro cigarrillo sin alcanzar satisfacción total, ¡Cuánto me falta por decir y revisar para enriquecer el escrito!, pero ya. Recordando, además, a mis padres y extensa familia, a los buenos amigos y a los traidores también, pasó el día. La comunicación del seguro social para la vacuna COVID no llegó, el veterinario no llegó, y son las ocho y veintisiete de la noche.