La literatura se aparta de los lugares comunes

martes, 5 de julio de 2016

Esculpiendo historia

Era una mañana de la última semana del mes de abril cuando las lluvias caen eventuales finalizando la temporada de invierno para dar paso a la franca primavera andina, entonces hubo llegado un forastero.


Las flores silvestres en variados colores adornaban las praderas aledañas al pueblo. Los pájaros trinando alegremente se desplazaban de tejado en tejado, de árbol en árbol, de sementera en sementera; aquella mañana de sol las abejas criadas por apicultores aficionados manifestaban su alegría de la única manera que ellas saben hacerlo, trabajando; los labriegos, herramienta sobre el hombro, algunos conduciendo su pequeñísimo rebaño y uno que otro burro cargado con los menesteres agrícolas, abandonaban el pueblo para entregarse a sus faenas cotidianas. La fiesta de las cruces ancestralmente culto a las “tomas de agua de riego” y celebrada el primero de mayo de cada año se aproximaba inevitablemente, el laberinto prefestivo era notorio entre los más relajados habitantes del lugar.


El único hotel del pueblo ubicado al extremo noreste de la plaza hospedó al ocasional visitante, un cincuentón amable de tez blanca, pelo cano, talla mediana, contextura delgada y de sencilla vestimenta; quien conversaba con él quedaba impactado por su visión de conjunto y don de gentes que le caracterizaban, no bebía licor pero se acomodaba muy bien entre los consuetudinarios bebedores del lugar, departía con ellos aunque a veces tenía que soportar burlas e improperios por su singular forma de ser. Un agudo interés por los recursos naturales, evidencias arqueológicas y por los acontecimientos sociales, políticos y costumbristas, tenía el forastero; sobre tales temas aleccionaba a los que querían escucharlo, mas cuando el forastero se despedía, los aleccionados emprendían la tarea del raje, ridiculizando al hombre que se retiraba.


En la tarde del último día de abril y en la banquilla de la plaza frente al Hotel, por casualidad, resultaron reunidos con el forastero cuatro notorios lugareños: El Loco, Cisne, Sapo y un campesino.
–Me gustaría saber de dónde es Ud. –Se dirige el Sapo al Forastero.
–De Huamachuco, en el departamento de La Libertad.
–¡Ah!, Huamachuco también es sierra, yo que le creía costeño.
–¿Porqué?.
–Pues, … por lo que conoce.
–El conocimiento no tiene fronteras, ni pertenece a determinada raza, religión, ubicación geográfica o condición económica. –Sustenta el Forastero.
–Si usted es serrano, entonces le gusta la cancha. –Insinúa una pregunta el Sapo, refiriéndose al maíz tostado que los serranos conocen con ese nombre y que consumen como pan de cada día.
–¡La cancha y la chicha!, –confirma el visitante– la bebida de los incas preparada con maíz germinado que fermenta en un cántaro durante ocho días.
–Con razón usted no quiere tomar cerveza, pues le gusta la chicha. –Juzga burlonamente el Sapo al Forastero, habiéndole ya perdido respeto por ser serrano, mientras el Cisne ríe en el mismo tono burlón.
–He dicho que me gusta la chicha, no que me gusta emborracharme con chicha. –Aclara el Forastero, en tanto en los demás se nota incomodidad.
–Disculpe amigo. –Pide, ruborizado el Sapo.
–Despreocúpese y mejor cuénteme cuál y en qué consiste la bebida representativa de este lugar.
–Antes era el alcohol de caña y la chicha, pero ahora toman eso sólo los que no tienen plata, mejor dicho los misios. –Manifiesta el Sapo.
–La chicha es rica, los campesinos toman para la sed, igual que toman alcohol para animarse cuando hacen algún trabajo, pero a mí me gusta la cerveza. –Comenta orgulloso el Campesino.
–Yo cuando tomo, ¡tomo cerveza!. –Se apresura a informar el Cisne.
–¡Yo whisky o cerveza!. –Alardea el Sapo, entretanto el Campesino agacha la cabeza y el Loco sonríe.
–Si yo fuera Alejandro Toledo, –interviene el Forastero– bajaría los precios del whisky y la cerveza para que puedan tomar los misios, y subiría los del alcohol y la chicha para que alardeen al tomar los que tienen dinero. Pero, ¿cuál es la comida típica del lugar?.
–El cuy frito con papas y arroz. –Responden a una Sapo y Cisne, orgullosos de la exquisitez del cobayo roedor.
–Creo que el shambar de peón, la patasca, el mondonguito verde y el tamal de mote, son las comidas más representativas. El shambar hecho con trigo partido y jamón, la patasca con mote de maíz, el mondonguito verde coloreado con perejil y el tamal de mote de maíz rellenado con jamón, huevo y demás condimentos, son únicos. –Habla por fin el Loco.
–Estás mal Loco, esas comidas son para la gente de la pampa, para gente de pueblo, que se sienta en el suelo del patio; los invitados comen chancho horneado, estofado, cuy. El mote es maíz de segunda, pelado con ceniza. –Asevera el Sapo opacando al Loco.
–¡Caramba!, en tres días que tengo de permanencia en el pueblo no he comido nada de lo que mencionan; sólo me han servido pollo costeño con tallarines, guisado y hasta en la sopa. ¿No benefician aves de corral, chanchos o carneros por este tiempo? –Pregunta el Forastero.
–La gente de pueblo sí cría, pero no le recomiendo, porque esos animales, con excepción de los carneros, comen mierda. –Responde el Sapo.
–Es cierto, –argumenta el Cisne– en el centro poblado donde soy director de la escuela, no usan las letrinas que les pusimos cuando yo era regidor.
–¡Cómo que es cierto!, –responde iracundo el Campesino– yo utilizo mi letrina, en cambio aquí en el pueblo muchos no tiene baño por falta de desagüe en varias calles, y cagan  a la vuelta de su casa, en su patio o en la calle, y esa caga comen los chanchos, gallinas, patos y pavos que crían; por ejemplo tú “cho” Cisne, no tienes baño y usas tu patio, y comen tus animales; has sido regidor, eres profesor y no tienes siquiera una letrina; y no me amargues “cho”, sé todas tus trampas, ustedes cuando estaban en el Municipio, de acuerdo con el ingeniero de FONCODES, nos pusieron letrinas muy caras, seis veces más que el precio real. ¿Es así o no “cho”?.
–Es que...es que... –El Cisne no puede disimular y con el rostro sonrojado tartamudea.
–El Cisne no es el único que defecó y defeca en el patio, también están incursos, el Gallo, el Burro, profesores y cierto personal paramédico, además contamos solamente con un servicio higiénico de uso público en pésimas condiciones. –Define el Loco.
–Y no sólo ellos, el Shurda cuando fue alcalde no tenía servicios higiénicos y criaba sus chanchos en las calles y muladares. –Con burla, afirma el Sapo.
–Ya que se ha tocado el tema, hay que poner de manifiesto que la Posta Médica evacua sus desechos fecales a un huerto hortícola aledaño –manifiesta el Loco, mientras el Forastero escucha con asombro–, a escasos ochenta metros de distancia.


–Bueno, eso provoca risa y cólera. ¿Y porqué al pallasquino lo califican de chupa barro?. –Pregunta el Forastero.
–Porque no tenemos agua suficiente, ni para tomar, por eso tomamos cerveza. –Responde con aire jocoso el Sapo y se ríe.
–Agua sí hay, –interviene el Loco– lo que pasa es que no sabemos racionalizarla, la desperdiciamos, no mejoramos nuestra infraestructura de riego, como represas y canales, al contrario, dejamos que se deteriore; el Gobierno Central asigna partidas económicas para tal fin, pero son despilfarradas por los encargados de su administración. El gobierno local, ejercido por el alcalde de turno, no realiza mantenimiento en las obras de captación de agua potable por más de treinta años, tomamos agua con barro salpicada con excrementos de toda laya.
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–Y, ¿porqué no reclaman?. –Sugiere el Forastero.
–Aquí no escuchan a los que reclaman con fundamento los derechos del pueblo, antes al que reclamaba lo acusaban de comunista y ahora de terrorista, aquí son escuchados sólo los que codician la buena suerte de las autoridades en ejercicio, hasta que cogen lo suyo, los demás, el grueso de la población, son persuadidos como inocentes damiselas. –Sostiene el Loco.
–Es preocupante la situación, mejor alegrémonos un poco, hablemos de algo festivo, por ejemplo, de la fiesta de las cruces que se celebra el primero de mayo, mejor dicho, mañana. –Propone el Forastero.
–Las cruces... claro, las cruces se festejan con el toro de trapo, que Ud. ha podido ver estas últimas noches, tenemos siete toros. El toro de trapo se creó para ridiculizar a los españoles. –Instruye el Sapo, refiriéndose a un armazón de forma prismática fabricado con magueyes, provisto de cabeza de madera y cola de res, y forrado con una tela blanca tensada por todas sus caras, menos por la base, que dejan libre para que ingrese un hombre que cargando el armazón ejecuta la danza del toro circundado por su pastora, patrón o dueño del toro y vaqueros reventando sendos látigos; todos danzan alegremente, desinhibidos por el alcohol y escondidos en el disfraz adecuado, al compás de la música alegre proporcionada por una flauta y una caja de percusión, que un músico sabe arrancar con precisión, pero es innegable que en el fondo de su ser alivian sus limitaciones.
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–Perdón, –Interviene el Loco– el toro de trapo, si bien parece una sátira a los españoles, no es tal; su origen se remonta a un mes de junio de los últimos años del siglo diecinueve, cuando la Comunidad de Indios de Pallasca, dueña de una ganadería vacuna de aproximadamente cinco mil cabezas, incluido ganado de lidia, conducía desde las punas del pueblo de Pampas, algunos ejemplares para ser capeados aquí por diestros toreros durante las festividades patronales en honor a San Juan Bautista. Fue en una de esas faenas agotadoras de traslado de ganado de lidia, que los vaqueros resultaron sorprendidos por el dueño de la vecina hacienda de Tulpo y sus peones, que aduciendo propiedad sobre el mejor de los sementales, un imponente azabache, lo llevaron con ellos y en la pampa del pueblo de La Yeguada improvisaron una fiesta taurina con la participación de los hermanos Vilches, toreros de aquellas épocas. Los vaqueros pallasquinos que siguieron al ejemplar hasta La Yeguada, relataron que el brioso animal no fue fácil de matar y que su carne desgarrada por tanta estocada fue repartida por el supuesto dueño entre la concurrencia; lloraron la pérdida y retornaron a Pallasca llenos de nostalgia y rabia por la impotencia en el rescate. Los vaqueros quisieron recordar por siempre, mientras vivieran, a quien por su valor se semejó a ellos, al toro azabache de tres albos, y en pastoril dramatización ese mismo mes de junio aparecían por las noches durante las festividades de San Juan. Posteriormente, fallecidos ya los creadores del toro de trapo, las autoridades creyeron conveniente trasladar el festejo, de junio a mayo, para alegrar la fiesta de las cruces, pero la fiesta de las cruces es consecuencia de la fiesta que los antepasados incas tributaban al agua en cada toma de un sector de riego.
–No es así, ¿quién te ha engañado?, el toro de trapo se inició con la llegada de los españoles, el pueblo no estaba conforme con ellos y con el toro de trapo lo ridiculizaban. –Irrumpe fastidiado el Sapo.
–Estoy de acuerdo con el Sapo. –Afirma categóricamente el Cisne.
–Como fuera, ambos relatos son importantes, –modera el Forastero– sería importante preguntar a las autoridades al respecto, ellas deben saber.
–Las autoridades no saben nada, están más perdidas que huevo en ceviche, igual que los profesores. –Califica el Sapo.
–No te pases Sapo, estás chocando con Chocano, –se entremete el Cisne, sintiéndose aludido– yo para ser profesor he estudiado en la universidad, tú apenas tienes primaria.
–Está bien, yo tengo primaria, pero de la buena, mejor que tus estudios pagados, tú “cho” te has hecho profesor a plazos y sin cuota inicial. –Refuta el Sapo.
–¡Pero tengo mi título!. –Exclama orgulloso el Cisne.


–Bueno, bueno, –se inmiscuye el Forastero haciendo llevadera la conversación– a propósito de universidades, han proliferado tanto las particulares porque la educación se ha convertido en un suculento negocio que aprovecha la incertidumbre de la juventud desesperada por su futuro, juventud que al chocarse con un aviso publicitario tentador cae en la trampa. Ya no es orgullo decir, ¡yo estudié en la universidad!, ¿en cuál?.
–Tiene Ud. acierto, –interfiere el Loco– dichas universidades ofertan profesiones en número de vacantes que no obedecen a las necesidades reales del País, como consecuencia los egresados no llegan a mucho, la mayoría termina desempleado o subempleado. El lapso o etapa educativa se ha dilatado, el profesional, ahora, para ser competitivo debe procurarse todos los grados educativos, para saber lo mismo que se sabía antes con el primer grado, la educación ha crecido institucional y gradualmente pero no ha crecido en esencia. Yo estudié secundaria, utilizando los cuadernos de nivel primario que mi padre llevó en los años de su niñez. Me pregunto, ¿cómo entonces se explica el progreso científico y tecnológico si estamos retrocediendo?, ¿o es que el progreso no se da en países como el nuestro?.
–¡Eso es!, –exclama el Forastero– el progreso tanto científico como tecnológico se importa en nuestro País, dicho progreso es propiedad de los países ya desarrollados, y como es natural a ellos no les conviene la competencia, practican estrategias que les permite estar siempre en ventaja frente a los demás, por eso, un grado de bachiller en dichos países es más que un grado de doctor en el nuestro. Antes, por lo que dices de los cuadernos de tu padre, talvez los grados académicos se equiparaban universalmente.
–Tienen razón, yo estudié antes, por eso he salido bueno. –Se alaba el Sapo.


–Retornado al tema que nos ocupa, ¿qué otra costumbre sobresale en el pueblo?. –Inquieta el Forastero.
–Buenas no conozco y malas hay muchas. –Responde el Loco.
–Me refiero a los acontecimientos costumbristas. –Disimula el Forastero.
–Mire amigo, –se adelanta el Sapo– tenemos la fiesta patronal de San Juan Bautista, la Semana Santa, Navidad, Año Nuevo y Fiestas Patrias.
–Sé que la fiesta patronal y la Semana Santa incluyen meses antes la costumbre del corte de leña, donde los leñadores comen, beben y bailan; los sucesos de las celebraciones de las fiestas en sí, ya los conozco, –indica el Forastero– estuve en ellas un año antes. De otra parte, la Navidad y Año Nuevo se caracterizan por el chocolate con panteón, champaña, baile y quemado de un muñeco de trapo que simboliza el año viejo, las Fiestas Patrias incluyen discursos y desfile. ¿Correcto?.
–Sí, –afirma el Sapo– pero quiero que sepa que la fiesta patronal depende de quien es el prioste, cuando yo fui sobró el trago y la comida, se mataron muchas reses y quemaron varios castillos de fuegos artificiales, y, en Navidad no sólo tomamos chocolate, comemos pavo, chancho al horno y asentamos con whisky.
–Dentro de las costumbres, –se inmiscuye el Loco– debemos destacar las pompas fúnebres.    
–¿Con plañideras pagadas?. –Interroga el Forastero.
–No, –aclara el Loco– con repiqueteos continuos o doblado de campanas, dos días de velación del cuerpo; el tercer día se realiza el entierro, con él cesa el campaneo, por la noche se vela el puesto con la ropa sucia del difunto que el cuarto día se lava. ¡Cuatro días de pompas fúnebres!, luego vienen las misas recordatorias de un mes, seis meses y un año; aunque algunos incluyen la misa de ocho días.
–Mientras va muriendo, –contribuye el Sapo– los familiares se apresuran a instalar fogones en el patio y a solicitar la presencia del cura o del cantor.
–Aseguran el aprovisionamiento de una res o carneros, para el caldo y estofado. –Continúa el Loco.
–La gente llega a echar de menos con chiclayos, maíz, trigo, alcohol, velas y otras cosas. –Agrega el Cisne.
–Durante las noches de vigilia sirven café, trago, coca y hasta mazamorra de chiclayo, a medida que pasa la noche los asistentes cuentan chistes que poco a poco van subiendo de tono, la gente termina riéndose a carcajadas, mientras el cuerpo yace desgraciado; me incomoda tal comportamiento. –Comenta el Loco.
–Otra vez estás mal, la costumbre es la costumbre, ¿porqué tienes que incomodarte?, además el muerto tiene que irse contento. –Contradice el Sapo.
–¡Claro!, –confirma el Cisne– no vas a ir al velorio para estar triste, la gente desquita el café, el trago y la coca contando chistes.
–Yo sólo he tomado café. –Se pone el Sapo a buen recaudo.
–Yo también. –Se adhiere el Cisne.
–Déjenme continuar, –pide el Loco– después del entierro, que generalmente es en horas de la tarde, los acompañantes son invitados a comer en la casa del muerto; sirven entrada, caldo, estofado, cuy si hubiera, mondonguito verde, tamales, shambar y patasca. En el lavado de ropa que realizan en la quebrada comen y beben, parte de la comida servida en platos dejan en el lugar para que coma el difunto. Friegan con ramas las bocas de los familiares más cercanos del difunto para indultarlos de cualquier ofensa oral que pudieran haber cometido cuando vivía, finalmente la mayoría termina jugando con agua como en carnavales. Costumbres son costumbres, ¿no?.
–Olvidaste decir que antes de irse a lavar, riegan con ceniza los pasadizos de la casa, cierran las puertas y todos se van a lavar. Al regresar rastrean y encuentran huellas sobre la ceniza que indican quién será el próximo muerto. Por la noche, la gente del pueblo tranca la puerta de su dormitorio con una escoba para evitar que el alma del difunto lo aprese. –El Sapo completa el relato.
–¿Y porqué la escoba como tranca?. –Interroga el Forastero.
–Porque el alma no pesa y la escoba tampoco. –Responde el Sapo.


–Se olvidan de algo, –interviene nerviosamente el Campesino– no sé si es costumbre, me refiero a la república, ese trabajo que realizamos gratuitamente todos los del pueblo, cuando se trata de limpiar y arreglar las represas, canales de regadío, cementerio y caminos. Ahí tomamos, comemos, contamos chistes y hasta las autoridades tragan y beben gratis, ellos se creen importantes, pero nosotros adulamos porque no nos queda otra. Ahora el presidente Toledo con su gente de FONCODES está limpiando los caminos de herradura, levantan todo el empedrado que nuestros abuelos hicieron para evitar que el agua de la lluvia lave la tierra, levantan todo el empedrado y solamente pagan diez soles diarios; los que conocen dicen que deben pagar catorce soles, porque ése es el jornal mínimo. Yo creo que lo que dejan de pagar se comen los ingenieros de acuerdo con los chupa medias del Núcleo Ejecutor de la obra.
–Toledo y su gente están hasta sus patas, y así se hace llamar Pachacutec, –se burla el Sapo– ellos saben que los caminos lo empedraron los incas, y ahora en vez de reconstruirlos lo joden, con el invierno sólo quedarán zanjas; y encima le roban el jornal a la gente. 
–Buena intervención amigos, –felicita el Forastero– Toledo dejó de ser gente de pueblo cuando empezó a mamar de los yanquis, ahora es un transforme, un resentido quizá, bueno cualquier cosa menos de los nuestros.  Mejor conversemos sobre el origen de Pallasca.


–Claro, el pueblo se estaba construyendo allá donde está ahora el pueblo de Inaco, pero San Juan no quiso y se regresó, ¡lo volvían a llevar!, pero él igual se regresaba; así es que mejor construyeron el pueblo aquí. Ese es el origen de Pallasca. –Educa orgulloso el Cisne.
–Hay otra historia, –se entromete el Sapo– el Galán, auxiliar del Colegio Agropecuario, con el Hermano, profesor de religión, la conocen, dramatizaron con ella una danza que ganó el concurso el año pasado; muchos han escrito sobre el origen del pueblo y todos dicen que Pallasca proviene de la palabra apallacta guanga, que creo es el nombre de un cacique.
–Otros dicen que Pallasca deriva del verbo quechua pallar, que en castellano significa recoger; cuentan que aquí había muchas pepitas de oro que los aborígenes recogían. De los pueblos aledaños venían a pallar, por último, el lugar terminó llamándose Pallasca. –Comenta el Loco.
–Eso has inventado tú. –Sindica el Sapo.
–Supongo que hay algún sustento que ha dado origen a las versiones que Uds. manifiestan, ¿o no?. –Pide explicación el Forastero.
–Claro que hay, y los que han escrito sobre el origen de Pallasca, como son el gringo Shori y el Payabao, están vivos. –Argumenta el Sapo.
–El señor Félix Álvarez, –se apresura a explicar el Loco– conocido por sus contemporáneos como “El gringo Shori”, ex embajador y diplomático de carrera, reconocido Amauta del País, sostiene que Pallasca hasta los primeros años del siglo diecisiete se llamaba Andamarca, fundamenta su hipótesis en los versos del poeta sevillano Diego Mejía de Fernangil quien por esa época estuvo en Andamarca, lugar donde ejecutaron a Huáscar, que como sabemos todos, en una batalla librada cerca del Chimborazo en el Ecuador, fue derrotado y hecho prisionero  por su hermano menor, Atahualpa, y finalmente muerto ahogado a fines del año mil quinientos treinta y dos, por orden secreta de Atahualpa ya capturado por los españoles. Analizando algunos versos nos damos cuenta que no se trata de nuestro pueblo. Analicemos:

“Aquí, señor don Diego, en Andamarca,
donde Quisquis, y el gran Cilicochima
cortaron la cabeza de su monarca;
     junto al arroyo do con vena opima
de rubicunda sangre dio a su vida
el sin ventura Guáscar fin y cima;
...
Testigo es el guijarro yerto y frío,
lleno de sangre, que mi mano abarca,
y testigos las aguas de este río.
    Testigo y buen testigo es Andamarca;
testigo es el asiento deleitoso
del pueblo principal de Cajamarca.”



El pueblo de Pallasca no tiene río alguno que lo atraviesa o lo circunda, por lo tanto no es el lugar que el poeta refiere, está claro que se trata de un pueblo en Cajamarca. Hay un antecedente histórico del siglo dieciséis, digno de crédito, –continúa comentando el Loco– Fernando de Cuellar, cronista español al servicio del conquistador Almagro, luego que éste fue derrotado por Pizarro en la batalla de Salinas, se refugió aquí en el año de mil quinientos treinta y ocho, y escribió sobre Pallasca:

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 “Pallhusca (obra acabada), tribu nómada reaccionarios ante las tribus dominantes en las grandes luchas por la supremacía. Checras, jefe de los Pallhuscas, encabezando su ejército, vence a los Cuymarkas; en alianza con los Llankars vence a los Chontas y a los Tunkuas y establece su gobierno federado; construye el castillo de Cuchac, con plataformas superpuestas; mancomuna la fe religiosa (politeísta) con un Dios Supremo Cankor (águila); construye un sistema de irrigación por wayanchas; preponderancia de la agricultura sistematizada por los andenes y la minka. Conquistados pacíficamente por Pchacutec, amplían su sentimiento religioso, adoran al Dios Inty (sol) y subordinan a sus dioses a segundo plano. Surgen insurrecciones que terminan con la división de castas y clases: Huichay  parte más alta del declive, residencia reservada al Inca,  persisten ruinas con lujo de compartimientos, en la que se alojaba a su paso a Caxamarca. Chaupi zona media del declive de la metrópoli india, viviendas del pueblo, presentación de ruinas calcinadas, angostas calles, plazuelas rectangulares. Huaray (guangas) parte baja, depósitos de víveres de los Dioses, los que se distribuirán en los tiempos de hambruna, sequías o pestes malignas, más tarde se repartiría a las viudas del contingente que regresaban de Quitu a donde marchaban acompañando al inca Atahualpa, que posteriormente los había sometido. Los Pallhuscas perfeccionaron un estilo de cerámica policroma con representaciones de sus Dioses, escenas de la vida diaria, con gollete en el arco y base plana, dominación de la orfebrería (metalurgia), trabajos con aleaciones de oro y cobre, manufacturando objetos de carácter religioso. Sabedores de la llegada de hombres extraños (españoles) tienen horrendos vaticinios del Dios Inty (eclipses), quien decide que todos se exterminen; acuden al Gran Santuario Morahua (peñasco de Dios) e imploran su voluntad, el peñasco se derriba y todos quedan sepultados.”


Este legado no deja dudas, pues de los seis barrios que componen ahora el pueblo, Chaupe, Quichuas, Toronga, Checras, Chalamalca y Huagallbamba; Checras y Chaupe, antes Chaupi, se desprenden de la descripción de Cuellar, testigo está el peñasco de Murahua, antes  Morahua.
–La descripción de Fernando de Cuellar, deja mucho espacio para la imaginación, –comenta el Forastero– especialmente en la última parte, no creo que los pobladores se hayan suicidado, deduzco que Pizarro los exterminó por reaccionarios; eso explica el porqué aquí se ha extinguido la lengua autóctona, incógnita que el sabio Antonio Raimondi encontró a su paso, y el porqué los apellidos son abrumadoramente españoles. He tomado conocimiento, por otras fuentes, que el conquistador Francisco Pizarro antes de ejecutar a Atahualpa,  pasó por este pueblo el doce de enero de mil quinientos treinta y tres, acompañado por dos jinetes rumbo al Cuzco,  y a su paso contrajo matrimonio con la hija del cacique; lo que pasó después hay que deducirlo. Loco, ¿tienes algo más?.
–Sí, claro, respecto a la provincia de Conchucos, a la cual pertenecía Pallasca luego de la conquista, y no hay que confundirla con el actual pueblo de Conchucos que es sólo un distrito de la ahora provincia de Pallasca:

Resultado de imagen para padres agustinos conquista perúFue el año de mil quinientos sesenta y uno, que los padres Agustinos emprendieron la ardua tarea de internarse en la provincia de los Conchucos para convertir a los rebeldes e idólatras indios. Los primeros religiosos que penetraron entre los indios Conchucos, fueron el padre fray Hernando García, vicario, y su compañero fray Alonso de Espinosa. La antigua provincia de Conchucos tenía entonces seis pueblos principales, en orden de importancia, llamados Pallasca, Tauca, Piscobamba, Corongo, Guandoval y Cahuana; los que subsisten aún y llevan los mismos nombres, con la pequeña diferencia de que Guandoval se llama hoy Huandoval y Cahuana se denomina Cabana. He aquí como describe el padre Calancha (Crónica moralizada de San Agustín, Libo II, Capítulo XXXII), la antigua provincia de Conchucos:

“Esta provincia está á Levante de Lima, y de las Costas deste mar pacífico del Sur, entre las provincias de Guamachuco, i los contornos de la ciudad de Guánuco; aunque mas cercanos a la Costa, estan sus pueblos en la Sierra, i con caer debajo de la tórrida zona en nueve grados al trópico de Capricornio, conserva montes de nieve, i promontorios altísimos de yelo, pasa la cordillera que atraviesa el Perú norte sur por su provincia y otra pasado el pueblo de Requay,  que siempre está nevada. Los altos en los montes son rígidos, insufribles y destemplados. El ayre ambiente pasa los cuerpos y hace desabrida la habitación. Entre laderas, ancones, i tierra baja ay guertas, sembrados, legumbres y florestas. Lo alto aflige y lo inferior recrea; atraviesan esta provincia grandes rios, i muchos montes crían fina plata, unos en mas seguidas vetas, i otras en algunas bolsas, beneficiando estan algunos cerros, sobra la riqueza en los metales; i porque faltan Indios en los pueblos, ni enriquecen los dueños, ni se aumentan los primeros ingenios.” 
Resultado de imagen para santo toribio de mogrovejo perúTambién se sabe que Santo Toribio de Mogrovejo –prosigue el Loco– visitó Pallasca en dos oportunidades, la primera en mil quinientos ochenta y cinco y la segunda en el noventa y cinco, siendo párroco del pueblo el padre Juan de Llanos, bendijo y oró por la conversión y la fe de los naturales, confirmó a quinientos setenta y nueve en la primera visita y quinientos veintiocho en la segunda. En el año de mil seiscientos treinta y cinco los padres Jesuitas iniciaron la construcción de nuestra Iglesia, la misma que se inauguró en el mil seiscientos cincuenta.
–¡Caramba!, Uds. eran el pueblo más importante de la provincia de los Conchucos, ¿qué ha pasado?, ahora están en ruinas, ¿acaso caminan a la desaparición?. –Reprende el Forastero.
–¡Quién sabe Señor!, –pronuncia el Loco– talvez ya estamos muertos y no nos damos cuenta, nos han matado la ignorancia y el apetito por el dinero fácil. La riqueza del pueblo igual que la del País ha sido y seguirá siendo saqueada, mientras nosotros sigamos muertos.

–De repente es el destino. –Justifica el Cisne.
–¿Quién es el destino!, ¿tiene existencia!, si tiene existencia, ¿porqué no lo apartamos de nuestro camino y progresamos!. –Exclama el Loco.
–Es que no se puede cuando no se tiene plata. –Afirma nostálgico el Campesino.
–Individualmente talvez no tenemos plata, –dice el Loco– pero en conjunto sí la tenemos, nuestro dinero está en el Municipio, enriqueciendo al alcalde y regidores de turno, nuestro dinero está en las riquezas comunales enriqueciendo a su presidente y allegados. Aquí el pueblo no exige rendimiento de cuentas al alcalde que eligió, como tampoco lo hace con el presidente de la Comunidad; el pueblo ignorante de su realidad es cobarde y apático, sólo sirve para ser utilizado por los vividores, pero tengo fe en la juventud, ellos se ocuparán del cambio.



–Mira Loco, el Campesino tiene razón, nada se hace sin plata, en cambio yo he hecho por Pallasca más que un presidente de la república, porque siempre manejo mi billete. –Se auto encumbra el Sapo.
–¿Qué has hecho por Pallasca?. –Pregunta el Cisne.
–He dado cemento y carpetas para los centros educativos.
–Las cinco o cincuenta bolsas que has dado, fueron parte de las dos mil bolsas que regaló el ministro aprista Orestes Rodríguez, ¿qué hiciste con el resto?; también regaló un bus y un tractor y dicen que tú vendiste el bus y te tiraste la plata. Respecto a las carpetas, FONCODES donó y te pagó para que las traslades, tú te quedaste con algunas.
–Mira “cho”,  Cisne cuello mugre, como has sido y eres un ladrón, crees que todos son como tú; para que sepas,  a mí Quesheste, mejor dicho  Orestes, no me dio nada, le dio a mi compadre Ducho que era alcalde, él lo prestó al Chungo, y éste quiso quedarse con las dos mil bolsas, yo las rescaté pagando abogado con mi propia plata. Respecto al bus pregúntale a mi compadre Ducho, yo cumplí con depositar el dinero de la venta, que me encargaron, en el Banco de Crédito de Chimbote, donde creo que se fue a la mierda después del tremendo paquete que soltó el japonés concha de su madre. Si quieres saber del tractor pregúntale al presidente de la Comunidad, pregúntale cuánto cobra por alquilalo.
–A mí me han dicho, el Gallo y el Cachucha, pero más no sé. No te amargues Sapito, no hay que pelear, perdóname, mira que somos parientes.
–Qué bien que reconozcas que estás equivocado, te perdono Cisne.
–Con permiso, veo que nos hemos pasado de frente de la colonia a la época contemporánea, retrocedamos un poco. –Pide el Forastero.

–Durante la lucha por la independencia, –reanuda el Loco– a inicios de mil ochocientos doce, los indios de Pillao, Santa María del Valle, Panao, Acomayo, Huamalíes y Conchucos, mandados por sus alcaldes y armados de palos, hondas y una sola escopeta, derrotan a una unidad colonial en el puente de Huayopampa y toman la ciudad de Huanuco, mientras las autoridades coloniales huyen hacia Cerro de Pasco. Las tropas represivas comandadas por el intendente de Tarma , José Gonzáles Prada, aplastan el alzamiento, tras sangrientos combates, en que los alzados se enfrentan inermes a formaciones militares de línea. El veinte de marzo los coloniales retoman las provincias sublevadas y en Huanuco mismo son ejecutados los insurrectos. La actuación hizo hervir la sangre pallasquina, hasta tal punto de ebullición que el ciudadano Dionisio Vizcarra se apresuró a proclamar la independencia de la ciudad. En mil ochocientos veinticuatro, tan pronto se selló la independencia del Perú y se contentaba al pueblo con el título de Villa, nuestras tierras y ganado pasaron a la administración del Gobierno y en el ochocientos cuarenta y nueve se adjudicaron a un coronel, vergonzoso ¿verdad?, el pueblo tuvo que comprar de nuevo lo arrebatado.


–¿Y que hay de la guerra con Chile?, he escuchado hablar de un patriota de apellido Gabancho. –Pregunta el Forastero.
–De los chilenos nos salvó San Juan, dicen que mientras descolgaban las campanas de la Iglesia para llevarlas, San Juan apareció por el sur, mejor dicho por la loma de Shalca, a cuatro kilómetros de aquí, con capa roja y a todo galope sobre su caballo blanco delante de sus soldados; los chilenos inmediatamente huyeron hacia el norte creyendo que se trataba del tuerto Cáceres. –Comenta el Cisne.
–Los Chilenos se llevaron las tres campanas para fundirlas y extraer el oro que en gran cantidad contenían, la menor de las campanas dicen que pesaba una tonelada, imagínense la cantidad de oro que se llevaron. –Agrega el Sapo.
–¿En que llevarían tanto peso?. –Pregunta el Campesino.
–En el bolsillo, por pedazos. –Responde el Sapo.
–O en helicóptero. –Imagina el Campesino.
–Yo creo que sí... –Afirma y duda a la vez el Cisne, el Loco se ríe y aumenta la duda.
–¿Y Gabancho?. –Contagiado por la risa, oportuna y apresuradamente pide información el Forastero.
–A nuestro paisano Gabancho le cortaron la lengua por que no dejaba de decir “!viva el Perú, muera Chile!”. Y aún así, con la lengua cuta seguía gritando, hasta que le metieron bala. –Informa el Sapo.
Resultado de imagen para tinta cusco blanco y negro–Andrés Gabancho Pinedo, –entra el Loco– nació en Tinta, Cuzco, de clase media, descendiente de Manco Segundo, llegó a Pallasca como comerciante en mil ochocientos sesenta a los veintiséis años de edad, se enamoró y a los tres años contrajo matrimonio con la señorita Joaquina Fernández  Portal, con la cual tuvo dos hijos. El veintiocho de junio de mil ochocientos ochenta y tres, mientras el oficial Cáceres acampaba en el vecino pueblo de Conchucos, los soldados chilenos  comandados por el oficial Gorostiaga retrocedían hacia la Libertad después de haber avanzado hasta Corongo, llegando de regreso al pueblo de Pallasca; Gorostiaga había ordenado el veintisiete por escrito, desde Huandoval, le tengan preparado rancho para mil quinientos soldados y forraje para sus bestias; los pobladores se negaron a lo requerido y en resistencia heroica se levantaron en masa, en desigual batalla más de ciento sesenta civiles entre ellos Gabancho y Pedro Campos pagaron con sus vidas el 29 de junio. Pedro, un humilde joven, tuvo la peor de las muertes, después de cortarle la lengua lo ataron a la cola de un caballo y arrastraron al valiente por el perímetro de la plaza, hasta matarlo; durante su larga ejecución no dejaba de dar vivas al Perú y mueras a Chile. La acción heroica sirvió para que el veinticuatro de agosto de mil ochocientos noventa y ocho, Pallasca se haga notoria y se eleve a la categoría de ciudad.
–Te has olvidado de mencionar que Gabancho mató a Juan Bocanegra de un palazo en la cabeza. Según el Cachucha los Bocanegra eran explotadores. –Manifiesta burlón el Sapo.
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–No fue Andrés Gabancho quien mató a Juan Bocanegra, la pelea se suscitó después de la muerte del héroe con uno de sus descendientes, creo que se llamaba Benjamín. Los Bocanegra desde tiempo atrás se dedicaban al transporte de carga, en mulas, desde el Puerto Salaverry; Gabancho, comerciante local, requería los servicios de transporte; una deuda económica pendiente por el servicio prestado, alimentada con rencillas políticas, fue la causa madurada de la fatal riña. Un veinticuatro de junio, antes de la misa de San Juan Bautista, se chocaron en la pila de la Plaza de Armas, de una parte don Juan y de otra Gabancho y sus empleados, discutieron, Gabancho disparó, Bocanegra cayó herido de muerte, un empleado iracundo se apresuró a rematar al moribundo, propinándole palazos en la cabeza dio cuenta de su vida. Gabancho y su cómplice fugaron de inmediato hasta la selva, sus descendientes ahora viven allá.
–¡Caramba!, parece que Pallasca está condenada,  –infiere el Forastero– ¿es cierto que un sacerdote la  maldijo?.
–Sí, el cura Fattaccioli, al que quisieron votar en burro, el bisabuelo del Cruzao. Dicen que se fue recitando su poesía, adiós pozo de horrible lodo..., el Loco debe saber, le gusta echar poesías. –Indica y ríe el Sapo.
–No hay evidencia –aclara el Loco– de la fecha ni del motivo que inspiró al sacerdote, francés según dicen, Antonio Fattaccioli a componer sus célebres cuartetos, que tituló ADECENSORÍA A PALLASCA:

“Pallasca, horrible pozo
de lodo y de hordura
en ti solo hay basura
al físico y al moral.
   Sentada en medio de fango
cual animal inmundo,
de cieno nauseabundo
sólo te muestras tú.
   Tu cielo infausto y oscuro,
tus rocas calcinadas
tus cimas desoladas
dime ¿quién te formó?.
   ¡Ay! torbellino ardiente
de insano catolismo
del ceno del abismo
in duda te arrojó.
   Por eso tú le brindas
al huésped de tu suelo
¡Ay! sólo desconsuelo
tristeza y soledad.
   Pero tus acciones
son todavía peores
pues solo el mal y errores
tu escuela te enseñó.
   Son tu único talento
la astucia y la malicia
y la falsa codicia
es tu virtud.
   Que engaño tú posees
en alto grado
la hipocresía de un lado
y de otro la impiedad.
   De fanatismo inmundo
dolor y superstición
tú puedes dar al mundo
ejemplo e instrucción.
   Y si tu farisaica
doctrina se perdiera
contigo no podría
volverla a encontrar.
   Te dices religiosa
en medio de tus mañas
y a Dios crees que engañas
no engañas sino a ti.
   Tu religión consiste
en el perpetuo llanto
de tus campanas, tanto
que a Dios podrían cansar.
   Y cuando al templo corras
con apariencia falsa,
es a pedir las gracias
de al prójimo hacer el mal.
   Y si te juzgan santa
en juicio estrecho
cuando en tu inicuo pecho
incumbes ruindad.
   Yo te diré la causa
de tanta aberración
que en ninguna nación
podríase imaginar.
   Y eres al par de falsa
hipócrita y perversa,
ruin, baja y adversa
a toda cristiandad.
   Eres también ignorante
y estúpida cuan dura,
ignorante, infiel, inhumana
asquerosa rastrera y rapaz.
   Sin palabras, sin fe, sin honor,
sin progreso que ande en tu faz,
sin justicia, sin ley, sin perdón
sin alma y sin Dios.
   Quédate pues Pallasca
maldita y execrada
y en ruinas sepultada
sépate alguna vez”.

–El poema, hermoso por supuesto, y que a mi juicio data de la segunda mitad del siglo diecinueve, expone al desnudo la conducta social, que por lo visto no ha cambiado. ¡Ay!, pena, penita, pena, quererte como te quiero. –Interpreta sonriente el Forastero.
–Caramba Forastero, más pareces pallasquino. –Halaga complacido el Loco.
–¡Qué carajo!, ¡Pallasca es el Perú!. –Corresponde el Forastero– Veamos ahora el aspecto productivo.

–Yo produzco de todo, –dice el Sapo, como siempre ganando la oportunidad– tengo ganado vacuno, lechero y hago quesos. 
–Me han dicho que Zanelli es el mejor ganadero, y fabrica buenos quesos.
–Era, pero su tiempo ya pasó, ahora la mayoría cría ganado, mi papá tiene buenos. –Se jacta el Cisne.
–Anteriormente, me contó mi padre, Pallasca tenía buena fama por su ganado vacuno, caballos de paso, viñedos para la producción de vino, caña de azúcar para la producción de aguardiente, semilleros de alfalfa y hasta curtían cueros. –Evoca el Forastero.
–Correcto, era famosa, ahora queda muy poco de aquello, es cierto que todos tienen, pero globalizando no podemos compararlo en cantidad y calidad con lo anterior. –Afirma el Loco.
–El chino Velasco jodió todo, cuando fue presidente asustó a los propietarios con su Reforma Agraria, por ejemplo quitó el fundo Calguiche a sus dueños y lo entregó a los comuneros con cerca de trescientas cabezas de ganado mejorado, de las cuales quedan sólo treinta; pero a mí nadie me asusta, tengo vacas, caballos, frutales, y cuando quiero saco semilla de alfalfa. –Presume el Sapo.
–Vacas y caballos chuscos “cho”. –Menciona burlón el Cisne, aludiendo al Sapo.
–Mejor que los de tu padre, además aquí nadie tiene buen ganado. Vacas, carneros, cabras, caballos, burros, chanchos y aves de corral son chuscos, igual que sus dueños, ¡carajo!. –Responde el Sapo.
–¿Y en cuanto al trigo, maíz, cebada, papas, ocas y leguminosas?. –Pregunta el Forastero.
–La gente los siembra a la voluntad de Dios, si produce, bien, si no, igual les da, viven del Gobierno, tienen los comedores populares, donde las mujeres van a pasar el tiempo y a chismear. Son socias de los comedores no sólo las mujeres de los campesinos, también hay profesoras, mujeres de los empleados del Gobierno, comerciantes, y hasta trafican con los productos que PRONA les regala; el ladrón del chino Fujimori tiene la culpa. También tienen el Vaso de Leche del Concejo y las papillas para hijos y madres que regala el Ministerio de Salud, y también son traficados.  Yo generalmente no siembro esos productos que usted pregunta, porque no puedo venderlos, nadie aquí compra nada y en la costa pagan poco, los productos que vienen del extranjero han maleado el mercado; mejor voy a sembrar llacones y maca, antes que se den cuenta los gringos y me hagan la competencia, por último si me va mal me voy a Italia o Japón, donde tengo mis hijos profesionales. Además soy jubilado... ¡qué mierda carajo! –Comenta el Sapo.
–Algunos han plantado frutales injertos como melocotoneros, paltos y manzanos; los resultado productivos obtenidos son alentadores, ojalá tengan efecto multiplicador. –Desea el Loco.

–¿Producen cochinilla o taya?. –Sigue preguntando el Forastero.

–Sí, –contesta el Sapo– pero la gente que no produce nos roba. Todo está jodido, el Alcalde también es un ladrón y encima nos denuncia el concha de su madre, el Gobernador es un cojudo. Ojalá alguien como yo llegue a ser alcalde.
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–No todo está jodido, los empleados del Gobierno están bien, además que lo saben hacer para tener sus “muertos y heridos”. –Menciona el Campesino.
–Estás cojudo tú “cho”, los profesores somos los peor pagados, y no podemos ni siquiera vender las clases preparadas a los alumnos como hacen los profesores de la costa, porque los alumnos no tienen plata para comprarnos; mi hermano es policía y gana igual que yo, no tiene “muertos y heridos” como cuando estaba en la costa. –Manifiesta el Cisne sintiéndose ofendido.
–¡Cómo que no?, ¿y los desayunos escolares que has robado a los alumnos, las calaminas y demás materiales del centro educativo que has hecho desaparecer con los de FONCODES, tus seducciones a las alumnas a cambio de notas?, mi sobrina me ha contado todo. A tu hermano lo votaron de la policía por coimero, igual que al Rata lo votaron de la Posta Médica,  pero Toledo les ha devuelto el puesto, ahora ellos se ríen de los toledistas que no tienen trabajo. Por último carajo, ¿quién les ha mandado a tu hermano y a ti que sean lo que son?, si querían ganar más deberían estudiar otra carrera “cho”.  –El Campesino descarga su cólera contra el Cisne.
–Lo que pasa es que tu sobrina es una burra, por eso te ha informado mal de mí. Y para qué estudiar otra carrera, si los que lo hicieron están desocupados, andan dando pena. Mejor sin estudiar postulo para alcalde y me forro con billetes. –Ambiciona el Cisne.
–Cállate Cisne –pide el Sapo– y tú también Campesino, no malogren la reunión, –y pregunta– ¿qué más quiere saber amigo Forastero?.
–Si no vamos a pelar, hablemos de minería.
–Muy bien amigo, yo he trabajado en minas y conozco, –saca pecho el Sapo y continúa– como dijo no sé quién, Pallasca está sobre un banco de oro, pero ninguna compañía lo explota, hay dos que están rascando la tierra pero creo que no sacan nada, porque no se ve movimiento de dinero.
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–Los playeros o buscadores de oro en la rivera del río Tablachaca, obtienen hasta dos gramos por día, pero los presuntos dueños, que vienen frecuentemente no sé de dónde, les cobran el diez por ciento...

El Loco no terminó su comentario, por la esquina de Pancho Nina irrumpía el toro de trapo del Colegio Agropecuario, el crepúsculo vespertino estaba presente, los vaqueros reventaban sendos látigos mientras lanzaban gritos que se escuchaban a distancia, la pastora cargando su crío danzaba cogida del brazo del patrón, ambos se contorsionaban y hasta simulaban poses amatorias. La gente se ponía a buen recaudo para eludir el pañuelo pedigüeño que de todas maneras terminaba poniendo uno de los vaqueros sobre el hombro de alguien. El incauto soportaba incómodo a los danzarines que se arremolinaban a su rededor, mientras sus manos sumergidas en sus bolsillos escogían a escondidas la propina. El Loco repentinamente se levantó:

–Bueno, ha sido gran satisfacción para mí conversar con ustedes, me voy.
–Espera hombre, la noche es joven. –Manifiesta el Forastero.
–Más tarde nos vemos, me marcho. –Se despide el Loco y abandona la reunión a paso ligero.
–Ese Loco no sabe nada, mis hijos sí conocen, –se apresura a manifestar el Sapo– es incapaz, ingresó a trabajar porque yo lo recomendé, pero cuando se dieron cuenta que andaba con ideas socialistas lo botaron por revoltoso.
–Es cierto, –confirma el Cisne– no sabe nada, si supiera no se hubiera ido a vivir a su chacra donde casi mata de hambre a su mujer, estuviera en la costa en otra posición; ahora come chiclayos, cancha, se cocina y hasta anda a pie, lo cual quiere decir que está hasta sus patas.
–Yo también decía, si es profesional, ¿por qué entonces vive en su chacra?; mí cuñado tiene hijos profesionales, viven en la costa y no comen cualquier cosa. –El Campesino también se adhiere a lo dicho por los dos.
–¿Porqué no dijeron eso cuando él estaba presente?. –Pregunta el Forastero.
–Al ignorante hay que dejarlo que hable, si uno se pone a discutir pierde, para qué nos vamos a complicar la vida. –Contesta el Sapo.
–A mí no me parece correcta la conducta de ustedes, en cambio a él lo encuentro centrado, el que viva en la chacra no le quita lo que aprendió en su vida pasada, además es posible que coma lo que quiere y ande a pie cuando lo desee. –Califica el Forastero.
–Disculpa que te trate de tú, yo estaba respetándote, pero creo que eres igual que él, por eso lo defiendes, dime, ¿qué haces por acá?. –El Sapo pregunta al Forastero sin ocultar su enojo.
–Algo de turismo. –Responde el Forastero.
–¡Turista!, no creo, los turistas andan bien al carro y con dólares, no vienen por estos sitios, donde no hay en que gastar.
–¿Quién podría impedirme venir?, voy donde creo conveniente. –Dice el Forastero.
–Mira, mejor te vas a tu tierra, a Huamachuco. –Reprocha el Sapo.
–Está bien señor me iré, pero cuando yo lo crea necesario. –Diciendo esto el Forastero se retira.

Conforme avanzaba la noche, iban ingresando y saliendo de la plaza más toros de trapo; después se irían cada cual a su cruz, donde danzarían, tomarían licor, masticarían coca y bailarían hasta el amanecer, ganando la primavera. Tres días después mochila sobre el hombro, otro loco, el Forastero, enrumbaba por el mundo.


Por: Walter Elías Álvarez Bocanegra